Él divaga por la bulla, por las aceras,
imaginando que pronto se topará con alguien,
concibiendo del toparse como puntos suspensivos en la frase de su trayectoria
(que tiene un punto definitivo),
esperando que sea un alguien ya o pronto amado,
preguntándose si debe subir a taxi,
perdiendo conciencia de donde y quien está por el momento,
pasando a mendigos sin saludarles, ya que no le saludan a él,
pisando basura y grietas sin darse cuenta,
olvidando por que ha salido y que tenía que hacer.
Saluda con cejas alzadas a los pasajeros en colectivos,
y imagina como ellos deben de inventarle a él
en sus imaginaciones voraces (aunque no sean así)
en los momentos fugaces antes de que se van
los dos de vista y conciencia.