Su cara era chueca, joven, sucio, ningún ojo me miraba,
ni miraban los dos para el mismo lado.
Hablaba sin sentido ni sentimiento,
siento el temor relámpago que todavía
me late el corazón con pulsos sacudidos.
De golpe sus dos manos se cruzaron, sacaron
dos cuchillos como si estuvieran hundidos
en sus muñecas – brillan, sonrisas sadistas.
Izquierda, derecha bailamos
me doy cuenta que son cubiertos de mesa –
Amateur, pensé.
Ahora pienso:
No tenía ninguna carne para cortar
sino la mía.
Corrí, me choqué con un hombre - ¿estoy
atrapado, están todos con él? pensé
Ahora pienso:
así que ni grito ni lucho, corro.
Corrí, me choqué con el poste de una parada de colectivo.
Corrí, eché un vistazo por atrás – se fue
en la otra dirección, pensé
Ahora pienso:
Se fue en la dirección de Migraciones, y
yo hacia Retiro.
-¿Te hizo daño?
-No, estoy bien. No me tocó.
Investigo mi torso para asegurar que es verdad.
-¿Qué te dijo?
-Nada. No entendí nada.
-Te pidió monedas. Tenía un cuchillo.
-Sí, pero eran cuchillos de mesa, cubiertos.
-Igual, con eso, si te apuñala…
-Claro, me hace trizas… ¿Viste su cara? Tenía la cara chueca.
-Cara de otro mundo.
Ahora pienso:
Cara demasiado sumergida en este mundo.