Fue un accidente:
Andaba en lo cuotidiano, sentado en el colectivo,
el motor del bus hacía su habitual fragor ensordecedor,
el vientre de siempre seguía con hambre
y la mente, como de costumbre demente,
entre el gentío no pudo más con todo el lío,
no estaba cansado sino abrumado…
me bamboleó la cabeza, me tambaleó la consciencia,
hacia atrás y adelante iba, y de repente
me quedé inconsciente.
Me desperté y toda la gente me miraba
asombrada, asustada, hasta pedían parada,
y me di cuenta que había apoyado la cabeza
no en el asiento detrás sino en la mano
de un hermano desconocido…
ni lo miré, conmovido por el contacto,
pero de todos modos y con todo tacto
alcé la cabeza (para que su mano escapara)
y volví a apoyarla
con ganas de que soñara
con aquella persona
con quien rocé por azar.